Locución latina. Literalmente, autoridad o autorización del tutor; pero, en realidad, constituía más bien una adhesión de él al acto realizado por el pupilo, que cobraba así validez y eficacia. La «auctoritas99 exigía la presencia del tutor. Si el pupilo tenía menos de siete años, el tutor efectuaba también la materialidad de los actos, como gestio, no ya por «auctoritas». Sin embargo, por formulismo, el niño, si sabía hablar, o repetir lo que el tutor le indicara, pronunciaba las palabras para aceptar una herencia o las requeridas por otros negocios jurídicos, para conservar la «auctoritas» en su pureza de adhesión, concurso, conformidad.