Jojooa

colegios romanos

Estas agrupaciones profesionales de la antigua Roma fueron fundadas, en relación con los artesanos, por Numa, según Plutarco. No obstante, la formalización efectiva data del reinado de Servio Tulio. Las Doce Tablas reconocían la existencia de tales colegios gremialts con amplias facultades para regirse por sí mismos. En el censo formado por aquel soberano aparecen ya los aurifices, joyeros; coriarii, curtidores; fabri aerarii, forjadores de cobre; fabritignari, carpinteros; figuli, alfareros; sutores, zapateros; tibicines, músicos auxiliares del culto; tinctores, tintoreros. Luego se mencionan otros: los aeraii, herreros; aquarii, aguadores; asnarii, arrieros; centonarii, fabricantes de mantas; fullones, bataneros; lapidarii y marmorii, picapedreros y marmolistas; medid, médicos; naviculari, boteros; negotiatores artis vestiariae, sastres; negotia- tores vini, comerciantes en vinos; pistores, panaderos; suarii, salchicheros.
Algunos formaban centurias, con separación entre mayores (seniores) y jóvenes (júniores). En sus comienzos los integraron únicamente trabajadores libres; pero, con el transcurso del tiempo, se incorporaron los libertos, e incluso los esclavos. Algunos, con prerrogativas de orden político, se consideraban organismos del Estado. Necesitaban autorización para existir, y también para disolverse. No se preocuparon gran cosa, en verdad, de la reglamentación del trabajo, tenido entonces por servil, sin más que obligaciones, y carente de derechos. Pero sí se reglamentó el salario o retribución de mercaderes y productores, como lo revela una ordenanza de Diocle- ciano.
Los miembros de las profesiones estaban exceptuados de las funciones públicas y de los gravámenes municipales, tan onerosos al principio del imperio. Podían excusarse de la tutela; acusados, no recibían tormento; y hasta fueron eximidos desde Valentiniano de los deberes militares. Entre otras obligaciones, figuraba la de persistir en el colegio profesional, hasta el punto de que los herederos de sangre debían continuar la profesión del causante.

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