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El hombre de la raza amarilla a quien se le paga vil salario por trabajo agobiador. Constituye una supervivencia de la esclavitud de la que se ha prevalido en especial Inglaterra, aunque también Francia y algún otro país europeo con colonias en Asia. El mal ejemplo cundió, y fueron luego países americanos del Pacífico los que buscaron en el Indostán y en la China mano de obra sumisa y barata. Hong-Kong, Macao y Cantón eran los grandes mercados de esta nueva corriente de esclavos que, desde el Occidente, empezó a llegar a América a mediados del siglo xix. La única garantía que se estableció entonces consistió en el deber de abonar al "coolie" el pasaje de regreso al concluir su contrato de trabajo; pero esto fué desconocido en las Antillas y varios puntos del Imperio inglés. Empezó éste a cubrir las apariencias en el último tercio del siglo xix, al amparar la integridad de las familias de estos desdichados y declarar que, transcurridos cinco años de trabajos, quedaban en el derecho de volver a su país, para ser contratados enteramente como obreros libres. Pero todavía al comienzo del siglo xx empleaban los ingleses más de 34.000 "coolies" en la construcción de ferrocarriles africanos.
Oceanía se unió posteriormente, lo mismo que el Japón, a estos centros exportadores de materia prima humana, que, a su manera pacífica entonces, facilitaron la invasión de los Estados Unidos por numerosos trabajadores japoneses y chinos^Actualmente, en los países cultos, el "coolie", sin otro disfavor que los prejuicios raciales, y ciertas suspicacias nacionalistas en épocas de guerra, ha logrado los derechos de los demás asalariados; pero todavía la voz evoca la mísera situación de los trabajadores en vastísimas regiones de Asia.
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Publicado el 16/06/2018.
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