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• La introducción del principio de globalización de la enseñanza. Al respecto, este pedagogo señalaba que el niño no tiene un conocimiento detallado de la realidad, sino que la percibe en forma global. En función de esta concepción, propuso que el docente organizara la enseñanza a partir de actividades articuladas por centros de interés y según las necesidades de los alumnos, para luego traducirlas a experiencias significativas de aprendizaje. • La consideración de una serie de necesidades que se pueden agrupar teniendo en cuenta al propio niño, o bien en función del niño y su medio. De este modo, reconoció: — La necesidad de alimentarse. — La necesidad de defenderse ante las inclemencias externas. — La necesidad de defenderse de los peligros y de los enemigos. — La necesidad de trabajar solidariamente, de entretenerse y de formarse material y espiritualmente. • El establecimiento de un método de enseñanza esencialmente inductivo basado en el desarrollo de los centros de interés de los niños, a partir de tres pasos o etapas: — La observación. — La asociación. — La expresión. • La estimulación del interés del niño al impulsar su observación de la naturaleza. Para lograr este objetivo, propuso actividades como la cría de animales, la realización de cultivos y las excursiones. • El rechazo a los contenidos prefijados que no contemplaran los intereses de los alumnos, así como también a las disciplinas rígidas que sometieran a los niños a actitudes pasivas. • La necesidad de trabajar a favor de una escuela activa, donde el niño pudiera expresar sus tendencias a la inquietud y al juego. Al respecto, Decroly manifestaba la necesidad de incorporar el juego en el programa escolar para propiciar el aprendizaje activo. Desde este punto de vista, la clase podía ser concebida como una especie de taller. • El reconocimiento del juego como procedimiento a través del cual aplicar su método de observación, asociación y expresión, en estrecha relación con el aprendizaje para la vida. Decroly sostenía que el juego podía resultar educativo si se llevaba a cabo mediante el material apropiado. Con tal objetivo, diseñó diferentes juegos educativos, tales como loterías que estimulaban el aprendizaje de las nociones de posición y asociación, y de los atributos de tamaño, forma, color, etc., que tenían la particularidad de estar relacionados con formas de la vida diaria y de contribuir a la reflexión y solución de las demandas que enfrentarían los niños en el mundo cotidiano. • La necesidad de incorporar ventanales abiertos en las aulas para permitir la entrada de aire y luz, así como también de armarios con gran cantidad de juegos educativos, por un lado y, por otro, la importancia de prescindir de mobiliario especial o de plataformas para que fueran utilizadas por la maestra en el salón de clase. • La consideración del rol del docente como un guía. Un dato interesante es que, en las experiencias de Decroly, trabajaban maestras jóvenes, porque él consideraba que conservaban un espíritu infantil en el trato y trabajo con los niños. • La formación de grupos de clase homogéneos, cuyo número no superara la cantidad de veinte a veinticinco estudiantes. Si bien pueden cuestionarse muchas de las ideas de Decroly —por ejemplo, la organización de los centros de interés a partir de necesidades del niño determinadas previamente por el docente, aspecto que no contempla las diferentes realidades de cada pequeño—, hay otras que siguen teniendo vigencia, tales como las loterías, en versiones actualizadas, y otros juegos educativos acordes con el desarrollo del niño.
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Publicado el 15/06/2018. |