Jojooa

haüy, valentín

educador francés, creador del primer instituto de educación para la instrucción de invidentes. Nació en 1745 en Saint-Just (Picardia). Trabajó como traductor en el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país, dado su dominio en idiomas. La observación del triste espectáculo que presenció en septiembre de 1771, en un café de la feria de S. Ovidio, donde una orquesta de diez ciegos, disfrazados al borde del ridículo, interpretaban un canto monótono y disparatado para la diversión de los asistentes, lo movió a instruir a estos sujetos y a rescatarlos para la sociedad. Reafirmó su decisión el suceso de la moneda, producido en 1774: Haüy observó, al pasar junto a la Iglesia de Saint Roque, que las distintas monedas ofrecidas al invidente Francois Lesveur eran reconocidas y diferenciadas por éste al tacto. Este hecho lo llevó a intentar demostrar la educabilidad del ciego. Su experiencia educadora se inició con F. Lesceur, al que le pagó por enseñarle la lectura en relieve basándose en letras grabadas en trozos de madera, con caracteres normales, para pasar, más tarde, a la grabación en papel grueso. En 1784 creó, en París, su instituto, y demostró, ante la Academia de París, cómo sus alumnos invidentes podían leer y escribir, lo que le valió ser declarado por dicha institución como el verdadero creador del sistema de escritura en relieve. Sin duda, el gran mérito de Haüy fue haber abierto la vía de acceso a la cultura para los invidentes. Su escuela, que pasó al estado francés en 1791, fue clausurada por Napoleón, si bien fue abierta nuevamente en 1804 y visitada por el Papa. Su fama traspasó la frontera gala, y fue invitado por Alejandro I de Rusia, país donde permaneció durante once años, aunque sin haber fundado escuela alguna, por falta de apoyo oficial. Escribió en este período su principal obra, Ensayo sobre la educación de los ciegos, primera en su género y escrita en relieve. Visitó, asimismo, Prusia y Alemania, donde Steglitz abrió, por consejo de Haüy, la primera escuela de este país para ciegos. Desde su regreso a París (en 1817) hasta su muerte, Haüy dedicó todos sus esfuerzos a la educación de los invidentes en el Hospital de San Lázaro.

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