nació el 25 de noviembre de 1778, en Londres (Inglaterra) y falleció el 24 de octubre de 1838 en Nueva York, EE.UU. Este pedagogo inglés en su juventud se alistó como voluntario en la Marina, pero más tarde ingresó en la Sociedad de los Amigos (Cuáqueros). Esta experiencia lo impresionó, sobre todo por las necesidades de las clases más pobres de la población en lo relativo a educación. En la Inglaterra en vías de industrialización, a fines del siglo XVIII, la educación secundaria se impartía en antiguas instituciones privadas o bien era atendida por las iglesias o por ciudadanos particulares. En general, brindaba una sólida formación tanto a la clase media como a la dirigente. Sin embargo, la educación primaria reservada al pueblo padecía de un grave abandono. En tales circunstancias, nació y se afirmó el método de la enseñanza mutua. En 1798 Lancaster fundó una escuela en Southwark, un arrabal de Londres, en la cual, con base a las experiencias previas de Bell, aplicó un método de enseñanza consistente en hacer que los alumnos mayores y más adelantados, llamados “monitores“, enseñaran a sus condiscípulos bajo la dirección del maestro. Gracias a esto pudo reunir en su escuela a más de mil niños pobres. El método lancasteriano era muy similar al método ideado por Bell, pero este daba mayor importancia a la enseñanza moral y religiosa (y no aceptaba en su escuela más que a niños anglicanos), mientras que Lancaster recibía a niños de cualquier religión. Se preocupaba sobre todo por enseñarles las nociones que mejor pudieran aprovechar en su vida. A raíz de estas diferencias, Lancaster encontró la oposición de la Iglesia Anglicana y de los amigos de Andrew Bell, pero pronto obtuvo el apoyo de la Corte y de Carstairs y Fox, fundadores de la British and Foreing Society for Education. En 1811 el sistema lancasteriano contaba en Gran Bretaña con noventa y cinco escuelas, en las cuales recibían enseñanza más de 30.000 alumnos. No obstante, Lancaster fracasó cuando quiso aplicar su método a la enseñanza superior. Esto lo llevó a la bancarrota y tuvo que emigrar a los EE.UU. en 1818. Allí introdujo su sistema de enseñanza mutua, y fundó escuelas en Nueva York, Boston, Filadelfia y otras ciudades. Visitó la ciudad de Washington, y el Congreso de ese país expidió un decreto muy honroso para él. Lancaster hizo una experiencia educativa también en Latinoamérica. El libertador Simón Bolívar se encontró por vez primera con Lancaster en Londres en 1810. Visitó su escuela y le prometió el envío de dos jóvenes de Caracas para que aprendieran el sistema bajo la tutela directa de su fundador. Catorce años después, Lancaster se trasladó a Caracas invitado por la municipalidad, protegido por las autoridades y por el Libertador desde el Perú. Sus deseos de instalarse en Colombia llegaban en el mejor momento de la vida de la joven República, ya que recientemente promulgada en 1821, la nueva legislación educacional consagraba en uno de sus artículos el uso del método de la enseñanza mutua o sistema lancasteriano. La presencia en Colombia de tan prestigioso maestro, el líder de la novedad pedagógica, significaba un respaldo a la iniciativa educativa del gobierno y el mejor aval para garantizar el éxito de la empresa de cultura que se proponía Bolívar. En 1826 se publicó en Bogotá el “Manual del Sistema de Enseñanza Mutua Aplicado a las Escuelas Primarias de los Niños,” con la finalidad de satisfacer la demanda de información y orientación que sobre el régimen lancasteriano se hacía desde distintos lugares de Colombia. El 5 de julio de 1824, en coincidencia con el décimotercer aniversario de la Declaración hecha por el primer Congreso de Venezuela en 1811, se abrió en Caracas la escuela de enseñanza mutua bajo la dirección del ya célebre Joseph Lancaster. Pero las rentas públicas que se manejaban a nivel departamental no eran suficientes y fluidas para sufragar el compromiso adquirido con la nueva fundación lancasteriana de Caracas al ritmo de las exigencias del prestigioso preceptor. Por ello, el Intendente Escalona acudió al Gobierno central de Bogotá para gestionar 1.500 pesos del tesoro nacional para el pago del director de la nueva escuela. No obstante esta voluntad de cooperación, las dificultades imperantes y la economía de guerra impedían que el dinero llegara a la escuela, y si llegaba, venía incompleto, problema éste que contribuirá a causar tropiezos a la iniciativa de Lancaster. A esto se sumará la exigencia que la Municipalidad haría al pedagogo inglés para que incluyera la enseñanza obligatoria de la fe católica en su escuela, petición a la que éste se negaría persistentemente, como lo hiciera en Inglaterra ante las presiones de la Iglesia anglicana. Fueron muchas las recomendaciones que Lancaster propuso a la nueva República para consolidar su proyecto educativo y que fueron desatendidas por la carencia de recursos. Entre éstas se cuentan la creación de un Jardín Botánico y un Laboratorio de Ciencias Físicas, la fundación de una Biblioteca para los maestros en formación y una imprenta para editar textos escolares. Todas estas dificultades llevaron al pedagogo inglés a abandonar la empresa para la que había sido invitado a Caracas, luego de tres años de esfuerzos y penurias económicas. Cuando Bolívar llega a Caracas en enero de 1827, la situación de Lancaster era muy difícil. Su permanencia durante aquellos años que van desde mediados de 1824 a fines de 1826, había sido fecunda en problemas y conflictos por una u otra razón y todo ello había contribuido a deteriorar su buena imagen. De modo pues que Bolívar se encuentra con una situación difícil de recuperar. Lancaster sale de Caracas, en compañía de su esposa, el 18 de abril de 1827 y pasa de Caracas a los Estados Unidos, donde permanece hasta 1829, cuando decide trasladarse al Canadá. Allí tampoco tendría éxito al tratar de establecer su sistema. Residió en Nueva York en 1838, cuando fue atropellado por un carruaje y falleció a consecuencia de las heridas recibidas. Publicó libros sobre su sistema de enseñanza y una autobiografía en 1833.