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(1903-1989), zoólogo austríaco galardonado con el premio Nobel en 1973 y considerado el padre de la etología. Nació en Viena. Se doctoró en medicina y zoología en la Universidad de dicha ciudad en 1933. Llegó a ser muy conocido por sus esfuerzos para identificar lo que él llamaba patrones de acción fijos, que en su opinión estaban genéticamente determinados y se manifestaban a través de la influencia del medio ambiente particular a una especie animal. Sugería que dichos patrones eran tan importantes para la supervivencia del animal como sus características fisiológicas, y que ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar. Quizá sea más conocido porque descubrió que los estímulos visuales de los progenitores de un animal son necesarios para inducir a este a seguirlos, pero que cualquier objeto, incluido un ser humano, podía inducir la misma respuesta empleando los mismos estímulos. Llamó a este fenómeno impronta. En su obra “Sobre la agresión” (1963), Lorenz postulaba que el origen genético de la agresividad humana estaba en el comportamiento observado en animales inferiores cuando defienden su territorio. Aunque la teoría no tardó en popularizarse, provocó duras reacciones por parte de los especialistas en muchos campos. “Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros” (1949), “Cuando el hombre encontró al perro” (1950), “Evolución y modificación de la conducta” (1965), “Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada” (1973) y “La otra cara del espejo” (1973) son algunas de sus obras más importantes. En 1973 Lorenz compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con Nikolaas Tinbergen y Karl von Frisch por sus trabajos en el campo de la etología. Pero Lorenz no fue sólo un gran científico: pocos libros han fascinado a tantos lectores como las historias de animales relatadas por él en “El anillo del Rey Salomón,” historias que podrían leerse como cuentos de Jack London.
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Publicado el 14/06/2018. |