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nació el 19 de julio de 1898 en Berlín, Alemania, en el seno de una familia judía perteneciente a la alta burguesía. Sirvió en el ejército alemán en la Primera Guerra Mundial. Estudió en la Universidad de Friburgo, donde se doctoró en Literatura en 1922. Seis años más tarde volvió a la Universidad para estudiar Filosofía con Martin Heidegger, quien dirigió su tesis sobre Hegel. En 1933 se trasladó a Frankfurt, para trabajar en el Instituto de Investigación Social, identificándose con los proyectos interdisciplinares del instituto, con el desarrollo de la teoría crítica, cerca de figuras como Horkheimer y Adorno. En 1934, su origen familiar judío lo llevó a huir del nazismo. Después de una corta estancia en Ginebra y en París, se exilió en EE.UU., donde se reencontró con otros pensadores del Instituto. Allí, durante una década, trabajó en la divulgación del pensamiento dialéctico en los EE.UU., con una significativa influencia en el espacio académico. En 1941 se integró en los servicios secretos del Departamento de Estado norteamericano, guiado por su compromiso político contra los fascismos europeos. Después de la Segunda Guerra Mundial trabajó en el Instituto de Investigaciones sobre Rusia de la Universidad de Harvard. Regresó a la producción intelectual con la edición de “Eros y Civilización” (1955) y “Marxismo Soviético” (1958). Dejó la Universidad de Harvard, por discrepancias de la dirección con sus trabajos. En 1958, estando en la universidad de Brandeis, Marcuse inició una investigación filosófico-sociológica sobre la sociedad industrial en el capitalismo, y más concretamente en los EE.U. El resultado de esta investigación fue “El hombre unidimensional,” cuya primera edición salió en Boston en 1964. La orientación de esta obra lo llevó a entrar en conflicto con los órganos rectores de la Universidad de Brandeis, por lo que no le fue renovado el contrato. Ingresó entonces en la californiana Universidad de Berkeley, que era la más liberal de los EE.UU. Allí se convierte en el referente ideológico de los movimientos estudiantiles. Pese a que su principal interés teórico tendía a una síntesis entre la lógica de Hegel y la ontología de Heidegger, la influencia de Marcuse en los líderes estudiantiles fue clara en las revueltas universitarias de Europa y EE.UU. en la década de 1960. Es considerado el padre espiritual de los levantamientos de mayo de 1968 en París. Su influencia en jóvenes teóricos del moderno pensamiento político, como el francés Daniel Cohn-Bendit, el germano-oriental Rudi Dutschke, los españoles Manuel Sacristán y Jacobo Muñoz, o el griego Nicos Poulantzas, ha sido decisiva para desprender las doctrinas filosóficas críticas de su ortodoxa vinculación a los conflictos ideológicos y estratégicos de la guerra fría. Sus obras más importantes son: “Ontología de Hegel y la fundamentación de una teoría de la historicidad” (1932), “Hegel y el origen de la teoría social” (1941), “Eros y civilización” (1957), “El marxismo soviético” (1958) y “El hombre unidimensional” (1964). En los últimos tiempos de su vida regresó a Alemania, donde falleció en Stamberg en 1979, como consecuencia de un ataque de apoplejia. Venticuatro años después de su muerte sus cenizas fueron enterradas en Berlín, su ciudad natal, junto a uno de sus padres espirituales, Georg Hegel. Su viuda, R. Marcuse, optó en esa época por hacer incinerar sus restos en Austria y enviar la urna con las cenizas a EE.UU., porque consideró que “demasiados judíos habían sido incinerados ya en Alemania“, según cuenta su hijo Harold Marcuse. La urna pasó años en un depósito funerario de New Haven, en el estado de Connecticut, hasta ser “redescubierta” en 2001. Los herederos del filósofo decidieron entonces que fuera enterrado junto a uno de los grandes inspiradores de su pensamiento en el cementerio en el que también reposa su amigo el dramaturgo Bertolt Brecht.
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Publicado el 14/06/2018. |