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riesgo social

cuando se habla de niños en situación de riesgo social, se trata del caso de aquellos alumnos que, por sus condiciones materiales de vida, no cuentan con la posibilidad de satisfacer sus necesidades más básicas, tales como alimentación, vivienda, atención de la salud, vestimenta y condiciones afectivas adecuadas para una crianza satisfactoria, fruto de la precariedad de los recursos familiares. Ésta es una problemática que, en los últimos años, se ha agudizado especialmente en América Latina y es un tema preocupante porque el proceso de exclusión social que atraviesan numerosos sectores de la población no sólo afecta a los aspectos económicos, sino que también incide en la apropiación de los bienes educativos. Los niños que provienen de estos contextos llegan a la institución escolar en condiciones de educabilidad deteriorada y muchas veces proceden de hogares con familias con poca presencia. Las estadísticas demuestran que los niños en mayor situación de riesgo social son aquellos que más frecuentemente terminan dejando la escuela o se ven obligados a repetir un grado escolar. Además, la desnutrición o la malnutrición generan estragos en el desarrollo, y más aún en el de los niños pequeños. La falta de los nutrientes necesarios dificulta el crecimiento e incremento de la talla y no posibilita la maduración neurológica, lo que deja secuelas irreversibles en sus capacidades. Estos niños presentan dificultades para mantener la atención, tienen escasos recursos cognitivos y, por consiguiente, dificultades para comprender, apatía y disminución en la capacidad de reacción, lo que condiciona sus posibilidades para interactuar con el medio. Al mismo tiempo, al no haber demanda por parte del niño, es también el medio el que deja de relacionarse con él. En recientes investigaciones algunos autores han identificado, en el seno de la institución escolar, lo que denominan como el desnutrido escolar, refiriéndose con este término a aquellos niños con condiciones de vida extrema, que han quedado tan desarticulados y empobrecidos como sujetos que han perdido todo interés y deseo de aprender. Este niño no puede más que posicionarse pasivamente ante un mundo escolar que no comprende y al que no puede acceder, y renunciar a toda posibilidad de aprender. Estas conductas muchas veces llevan a confundir al niño con estas carencias socioculturales extremas con características de la debilidad mental. Ese diagnóstico errado de la dificultad del niño no hace más que empeorar su situación, ya que generalmente suelen ser derivados a escuelas especiales y, al encontrarse con niños con patologías de diversa índole que nada tienen que ver con sus dificultades reales, terminan por confirmar su sentimiento de no ser capaces de aprender. En estos casos, es necesario implementar en el aula acciones que devuelvan a ese niño las posibilidades de sentirse valioso y capaz, las capacidades de desear y la curiosidad sobre el medio. También se recomienda realizar un tratamiento psicopedagógico de tipo grupal con idénticos objetivos.

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